Inicia la aventura. Un nuevo viaje.

El astro rey se encontraba en lo más alto del cielo y un par de nubes intentaban cubrir sus rayos sin efecto alguno, ya habían pasado unos días desde que un joven de cabellos rubios había emprendido su viaje en un pequeño bote de remos, el cual ya había recibido varios golpes, el mar era un lugar cruel y en un momento del viaje el rubio se había encontrado con una feroz tormenta, la cual le había tomado por sorpresa, de echo, se encontraba dormido navegando a su suerte sin rumbo alguno. Al menos de alguna forma había logrado salir de ahí y se encontraba navegando tranquilamente de nuevo, aunque sumamente exhausto, sus brazos había remado una y otra vez con rapidez y fuerza huyendo de aquel lugar.

Por el momento ya se encontraba en un lugar seguro, mientras que las ligeras olas movían el bote hacía el frente, mientras que Izumo se encontraba con medio cuerpo fuera del transporte casi a punto de tocar el agua del mar. Una pequeña gaviota de color completamente blanco de su cuerpo y su pequeño pico amarillo se posó sobre la punta del bote sin que el joven se percatara de ello, el pequeño animal observó por un momento y lanzó un grito que solo aquellos animales podían realizar, el cual puso tan nervioso a aquel chico que se agitó en el bote tratando de no perder del todo el equilibrio y caerse del mismo.

El chico observó por un momento a la criatura causante de que casi cayera al mar, sonrío con delicadeza y se percató de que si una gaviota estaba en su bote, solo significaba una sola cosa, estaba a punto de llegar a tierra. Giró su mirada hacia sus extremos y detrás de el se encontraba una gran isla a lo lejos, por lo que sin dudarlo un momento tomó el extremo de ambos palos de madera que funcionaban como remos y comenzó a agitarlos con rapidez, tenía hambre ya y deseaba descansar después de aquella experiencia un tanto peligrosa. Al cabo de un par de minutos ya se encontraba en la orilla de aquel lugar, tomó una cuerda del bote y de un salto cayó en tierra firme, tomó la cuerda y la amarró con firmeza a un pequeño poste cercano. Aspiro con fuerza el aire del lugar, llevó su mano derecha hasta el interior de su sacó y del mismo sacó un cajetilla de cigarrillos, tomó uno de ellos, lo llevó hasta sus labios y con un pequeño encendedor de metal que había sacado a la par de la caja encendió el cigarro con delicadeza mientras cerraba ambos ojos y aspiraba el humo con tranquilidad, observó al frente atraves de aquellos par de lentes que reflejaban los mismos rayo y comenzó a caminar buscando algún lugar para comer y, ¿por qué no? Tal vez beber un poco.

- Sanda. - Una sonrisa dibujada en el rostro del rubio se había dibujado, y sus dorados cabellos cubrían los ojos del joven. Tras aquellas palabras el rubio desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y en unos segundos se encontraba deteniendo el filo de aquella Katana con la punta de dos de sus dedos, básicamente intentaba alejar un poco aquella arma del cuello de aquel sujeto que sabía, en cualquier momento sería asesinado. El chico portaba un cigarro en sus labios y en su espalda una gran espada de un tamaño impresionante, simplemente miraba al frente intentando calmar de alguna forma aquella "pelea", la cual sabía con perfección, terminaría sumamente mal y aquel sujeto que según si vista había iniciado el pleito, era tan patético que ahora pedía piedad y suplicaba por su vida, común en tipos como lo era aquel sujeto. - Señorita, por favor, conserve la calma, no querrá ocasionar un problema mucho más grande. Además, hay muchos testigos aquí como para asesinar a la basura que se encuentra frente a usted. - Pronunció con tranquilidad mientras soltaba un suspiro y de él, expulsaba un poco de humo de su boca, mientras que aún llevaba en si esa sonrisa relajada que acostumbraba mostrar.

Hace unos Segundos .....

El rubio se encontraba caminando por las calles de aquel, pequeño, literalmente, pequeño pueblo en el que a penas y se encontraban un par de tiendas, las más básicas que se pueden encontrar, aún estaba en busca de ese restaurante cuando observó que toda la gente se paraba y murmuraba varias cosas, al parecer estaba a punto de iniciarse una pelea entre una joven como de su edad tal vez menor que se había encontrado con un sujeto grande que parecía que solo aparentaba su fuerza por el exterior. El sujeto estaba seguro de que la intimidaría, pero le salió todo lo contrario cuando la chica gritó con fuerza al resoplar de los siete vientos, al aprecer era mucho más ruda de lo que aparentaba, y seguramente iniciaría una pelea en ese momento, aunque todo cambió al observar la expresión de aquel sujeto. - Patético. - Murmuró con aquella sonrisa mientra tomaba un cigarrillo del interior de su abrigo y le prendía con aquel encendedor de metal. El chico observó por unos segundos hasta el momento en el que la chica comenzó a profundizar su ataque, seguro terminaría mal. - Sanda ... -

Volviendo al Encuentro.

El chico decidió soltar la Katana con lentitud esperando que la chica no reaccionara de mala manera no solo con el enorme debilucho, si no también con él. - Venga, ésto se acabo, señorita ... - Pronunció como últimas palabras mientras tomaba aquel cigarrillo con su mano derecha y aspiraba un poco el humo, retiró el cigarro y soltó todo el humo girando su cabeza al aire y dejando que el viento se llevase el humo.

El rubio observó como la chica bajaba su espada y la enfundaba con rapidez y sin mucho trabajo. Ella, simplemente se alejaba de él y el sujeto que aún con miedo temblaba mientras que dejaba caer su robusto cuerpo sobre el suelo, era increíble como alguien así podía a llegar a aterrarse de esa manera, aunque el chico no le culpaba, estar tan cerca de la muerte hacía temblar incluso hasta a él más valiente, y, aquella mirada que mostraba la joven era increíblemente fría, incluso a él le llegó a causar un leve escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Por otro lado el joven llevaba una vez más el cigarrillo hasta su boca y observó con atención las acciones que realizaba la chica, la cual, tomó una increíble velocidad y comenzó a tomar varias cosas que se encontraban en los puestos, ¿fruta? Quizá. - Ja ... Esa chica me agrada ... La quiero en mi tripulación. - Murmuró para si mismo mientras tiraba la colilla del cigarrillo terminado al suelo y con su pie derecho pisaba la misma.

El joven continuó su caminata Hasta encontrar un restaurante, al cual entró y comió como si nada con el poco dinero que poseía de sus años de trabajo. Y aunque no tenía mucho, por lo menos le duraría hasta que encontrara nuevas aventuras en su viaje, y por lo que había visto, esa chica sería ideal para ello, eso lo hacía emocionarse aún más. Tras unos minutos salió de aquel lugar con una bolsa en la cual llevaba varias cosas ahí, y aunque no se veían por dentro, seguramente era algo importante puesto que el chico caminaba felizmente en dirección contraria a el lugar en el que había dejado su bote, ¿a qué se debía ello?

Tras unos minutos de caminar llegó hasta una pequeña playa, en la cual, a lo lejos se lograba ver la silueta de una persona. El joven tomó una vez más un cigarro nuevamente y lo encendió con tranquilidad sin dejar por un momento aquella bolsa de plástico. Continuó caminando hasta la posición en la que se encontraba aquella silueta, pero, ¿quién era?. Tras aquellas acciones en un par de segundos se encontraba frente a la chica que antes había detenido de asesinar a aquel sujeto, sin embargo, ella no le veía, después de todo estaba de espalda a él. El joven soltó el humo mientras que el viento se llevaba aquel material. hacia el horizonte. - Buenas tardes. - Pronunció con tranquilidad mientras observaba con felicidad a aquella chica. - Mire lo que le traje, señorita. - Comentó con un tanto de miedo puesto que por su apariencia a simple vista y por las anteriores acciones, parecía que era una persona de carácter fuerte. Extendió un poco la bolsa hacia la posición de la chica y la dejó en el suelo mientras él se alejaba un poco de ella. - Es ... Un regalo de mi parte. Es comida, y por sus acciones al robar esas frutas, parece que tiene hambre. - Deseaba que sus palabras no las tomara a mal o algo parecido, quería comportarse de una manera educada ante ella. - Y por favor, no me mal entienda ... - Comentó como último para aspirar una vez más el humo del cigarrillo.

La chica, tal y como lo pensaba, su actitud hacía el era seria y cruel de alguna forma, sus agradecimientos aunque eran sinceros, no cambiaba el echo de que su actitud era siempre tan fría, cosa que de alguna forma captaba su atención, sin lugar a dudas ella, era el tipo de persona que deseaba para su tripulación y así le costara todo lo que tenía, estaba dispuesto a unirla. Por otro lado y sin prestar mucha atención a aquel echo, continuaba fumando como era costumbre en él, sin embargo, unas duras palabras por parte de la chica que hicieron sonreír aún más al chico, el cual sin dudar un segundo tiró aquel cigarrillo y le piso para apagarlo. - Entiendo, ya la apagué. No se tiene que molestar, señorita. - Comentó con felicidad mientras le observaba.

La chica se levantó con enojo de aquel lugar tras haber pasado unos segundos, tomó aquella bolsa que había llevado el chico y giró su vista, permitiéndole observar su rostro atravez de la luz de aquel atardecer. - ¿Hiro? Bonito nombre. - Murmuró para si mismo. - Mi nombre es Izumo, Kusanagi D. Izumo. - Dijo con amabilidad y felicidad. Sin embargo, la chica inmediatamente agradeció y comenzó a caminar hacia la playa por toda la orilla, sin embargo, no podía dejarla ir, y menos habiéndole dicho que se iría, y por su actitud, seguramente sería pronto, el rubio giró su cuerpo y comenzó a caminar en la misma dirección que la chica. - Espere. - Pronunció con un poco de desánimo pero aún con esa sonrisa. - Hiro Kanzaki, espadachina talentosa. Si, ¡tengo que convencerla de alguna forma!. - Penaba mientras aún continuaba caminando al mismo ritmo detrás de ellas, a quizá un par de metros lejos. Sabía que en cualquier momento ella voltearía molesta, por lo que no habría mucho que hacer o decir para que se detuviera.

Tal como lo había previsto, la chica era un poco predecible, sin embargo incluso él no esperaba que reaccionara tan violentamente, ya en unos segundos lo tenía en el suelo amenazándolo de muerte con aquel par de armas, cosa que habría sido fácil reaccionar, sin embargo, ¿cómo ganare su confianza si a penas y le atacaba hubiera reaccionado violentamente él también? No podía dejarse llevar por algo tan simple, por lo que con sencillez soltó una fuerte carcajada al aire. Posteriormente llevó su mano hasta su abrigo y prendió un cigarrillo tratando de alejar el humo de la chica, quien con anterioridad le había "prohibido" fumar cerca de ella. - Muchas preguntas, señorita Hiro. Veamos, ¿Intenciones de molestarla? Por su puesto que no, serían las últimas intenciones que tendría en su contra. ¿Por que la sigo ... ?. Simple. Pero primero contestaré las anteriores. Tres razones, la primera, quiero hacerle una propuesta, segunda, porque me veo mejor con mi cabeza unida a mi cuerpo. Tercera, porque ... Estoy casi seguro de que no es del tipo que matan porque si ... Hay algo en usted más allá de lo que aparenta. Ahora, volviendo a la segunda pregunta, ¿por qué la sigo, cierto? Muy simple, hay algo es usted que captó mi atención desde la primera vez que la vi, y por su actual posición, seguramente está sola en éste mundo, y yo, quiero proponerle una cosa. Pero antes, le diré mi sueño. Mi sueño es vagar por todo el mundo y tener muchas aventuras, pero sobre todo, conseguir nakamas que me acompañen en ese viaje, y ... Esa es mi propuesta, quiero invitarla a que se una a mi tripulación, quiero, que sea, mi nakama. - Dijo con una sonrisa mientras la observaba detrás de esos oscuros lentes que confundían el color de sus ojos. - ¿Qué dice? - Pronunció con alegría mientras esperaba la respuesta, aunque muy dentro de si, sabía cual sería su respuesta, aunque esperaba que no fuera tan dura.

Dio un suspiro y no pudo evitar volver a reírse, tal vez parecía que se burlaba de ella pero sin duda alguna le agradaba ese carácter que le hacía tan especial y quererla en su tripulación. - Por su puesto que quiero en mi tripulación, y no, no me arrepentiré de ello, por algo te quiero junto a mi. ¿No quieres estar sola? Bien, trataré de cambiar esa idea tuya, y espero poder lograr que en algún momento, puedas decir que soy tu nakama ... - Pronunció con seriedad mientras aún se encontraba recostado en el suelo, observando aquella hermosa vista y ese cielo rojizo que iba perdiendo su color poco a poco, no tardaría mucho en oscurecer. - Mientras tanto ... Nunca volverás a estar sola, Hiro.- Por primera vez en todo aquel tiempo en el que se habían "conocido", a Izumo se le reflejaba una seriedad que pocas veces se le veía, habían tocado un tema que para él le traía graves recuerdos, tristes sobre todo, simplemente, su niñes. Soltó un fuerte suspiro y se levantó con aquella sonrisa que siempre portaba como si nada hubiera pasado.

- ¡Bien! Tal como lo había planeado, zarparemos mañana y de paso debemos encontrar un barco más grande para navegar, realmente no creo que lleguemos a la Grand Line en tu bote o en el mío. Supongo que tendremos que comprar uno ... O robarlo ... ¿Qué opinas tu, Hiro?- Dijo con felicidad mientras aspiraba un poco más de aquel humo proveniente del cigarro y alzaba un poco su vista para mandar aquel humo al cielo, donde no tocara a la joven que se encontraba frente a él, después de todo parecía molestarle que él fumara.

El rubio sonrió con delicadeza al ver aquel rubor que se formaba en el rostro de la chica, ¿por qué? No lo sabía con exactitud pero parecía que incluso dentro de aquella dura capa de frialdad, se encontraba la personalidad de cualquier otra chica "común y corriente". Aquel pensamiento lo confirmó aún más al ver aquella sonrisa de labio a labio que se formaba en su rostro, debía admitirlo, era bella aquella chica, aunque aún le tenía un poco de temor y no deseaba si quiera mencionar el echo de su sonrisa, podrían golpearle o cambiar aquel gesto por uno de los que solía tener, así que lo mejor era guardárselo y disfrutar de aquel momento desde las sombras.

Mientras tanto esperaba a que la joven respondiera a su pregunta, aunque, ya sabía la respuesta, tal como era obvio ella esperaba robar también un barco, la pregunta era, ¿a quién hacerlo? - Supongo que eso es lo de menos ... - Pensó con tranquilidad, después de todo eran piratas, ya no iban siguiendo las leyes de nadie, solo las suyas. Debían elegir el barco lo más pronto posible,por lo que con tranquilidad observó hacia el mar y pudo darse cuenta que en la orilla de aquella cota, a tan solo un par de metros se encontraba un gran barco, de forma simple, común y corriente, pero de eso a nada era mejor aquel barco tan feo. Por lo tanto, el rubio tiró aquel cigarrillo el cual ya se había terminado y comenzó a caminar. - Hiro-chwan, robemos ese. - Pronunció con tranquilidad mientras señalaba la posición del barco.

Su caminata tardó un par de minutos, o tal vez muchos, ya había anochecido, y aquel barco se encontraba lleno de piratas, ambos chicos se escondieron detrás de un par de hojas observando la situación, sin embargo, aquel montón de sujetos de apariencia terrorífica, comenzaban a decender del mismo, por lo cual, el rubio esperó por unos instantes, aunque hubiera preferido llegar y matar a todos los demás piratas, después de todo, ¿menos competencia, cierto? El chico simplemente caminó como si nada hasta e lugar en donde se encontraba aquella tabla que comunicaba al barco con la tierra firme. Con sencillez y como si nada pasó sobre ella y comenzó a subir con rumbo a aquella gran embarcada de madera, ¿qué podía perder? En algún momento tendría que entrar en acción, después de todo estaba a punto de robarse un barco, ¿por qué no hacerlo como si nada? A todo ésto logró llegar hasta el interior del barco, en donde parecía no se encontraba ya nadie, ¿o si? Caminó al rededor del lugar y observó cada centímetro del mismo, obviamente solo por el exterior, que flojera hacerlo por dentro, ¿no?. Entendiendo y preparando todo para zarpar, el chico se dirigió directamente al mástil, uno redondo y al parecer un tanto antiguo, sin embargo, no se rendiría solo por eso.

Ya una vez que se disponía a tomar posesión de aquel barco, y que Hiro ya se encontraba sobre el mismo. - Supongo que está todo listo. ¡Hiro-chwan!. - Gritó un poco, después de todo el barco era un tanto grande y ella se encontraba un tanto alejada de él. - ¡¿Podrías cortar la cuerda que conecta al barco con el muelle?! - Dijo con tranquilidad mientras comenzaba a bajar las velas. Todo estaba listo ara irse.

El barco vació llamaba seductoramente(?) tanto al joven de cabellos dorados y a su acompañante femenina que no tardo mucho en que, tras haber quedado aparentemente vació, ambos abordaron la embarcación. En primer lugar entro Izumo, con un toque de elegancia que denotaba algo de feminidad en sus pasos, tras su arribo fue a indagar cada centímetro del barco superficialmente, para asegurarse que el abandono de un barco, antiguo pero aún sostenible, era verdadero y no sólo una trampa. Posterior a ello comenzó con las faenas necesarias para darle marcha al barco con la ayuda del suave viento que mecía con inquietud las velas del barco.

No tardo mucho en que llamase a su compinche para que se encargará de la cuerda que sujetaba con fuerza y detenimiento el barco al muelle. Ella asintió con un gesto dirigido a su superior y se aproximaba con un tanto de pesadez a la orilla del barco que contenía esa cuerda, un desperdicio sin lugar a dudas porque el futuro tan incierto podía hacerles que se arrepintieran de desperdiciar tal objeto. Sin dudarlo ni un segundo sacó su katana que brillo por un momento gracias a la tenue luz de la luna, sin duda una arma peligrosa y más en las manos habilidosas de la joven.

Corto la cuerda, guardo su katana y emprendió el paso para encontrarse con el rubio, pero ella no sintió a esos hombres que la espiaban, sólo escucho el crujir de la madera y unos brazos pesados que la detenían, colocando el brazo sobre su cuello para impedirle respirar adecuadamente, y la otra mano sosteniendo las ajenas para evitar movimientos que trajeran consigo un baño de sangre. El otro hombre de aspecto delgado, muy contrario al que agarraba como muñeco a la muchacha, tomó su katana y la aparto de ella. -Con que queriendo robarnos ¿no? - Hablo fuerte para el rubio y comenzó a reír sadicamente.

El rubio giró el timonel, listo para irse él y su única compañera hasta el momento, sin embargo, todo cambió cuando la nación del fuego atacó cuando un sujeto de extraña apariencia, delgado y feo, junto a otro personajes de imponente cuerpo se aparecieron de la nada, era obvio que ese era el capitán y el otro tipo gordo, su lacayo. Simplemente el rubio sin decir ninguna palabra ante su pregunta bajó las escaleras que elevaban el timón, llevó su mano derecha hasta el interior de su abrigo y tomó una caja de cartón de lo que parecía ser cigarro y un encendedor de metal el cual tenía la figura gravada de un águila posada sobre dos armas y en el fondo, una calavera, un recuerdo muy importante para él de su familia. Tomó uno de los cigarrillos para posteriormente llevarlo hasta sus labios y aquella cajetilla guardarla nuevamente. Agarró el encendedor con firmeza y lo abrió, dejando escapar un poco del gas y giró la pequeña rueda para encender el fuego, el cual dirigió a la punta del cigarro para prenderlo con sutileza. Guardó el pequeño objeto y con una sonrisa tranquila dejó escapar el humo de su boca. - Mi señor, ¿no sabe qué a una dama se le debe respetar? - Su mirada simplemente había cambiado así como también su gesto de felicidad, si algo no admitía era que tocaran o amenazaran a uno de sus compañeros, y ese había sido el peor error .

Aún con el cigarro en la boca agachó un poco su mirada y murmuró una sola palabra que incluso ellos no escucharían. - Sanda. - En ese instante desapareció de la vista de los dos sujetos, y en un solo momento reapareció frente a aquel sujeto, sin embargo ya iba preparado para ello, puesto que a pesar de que había aparecido nuevamente, su puño lo llevaba al frente, dispuesto y a unos centímetros de impactar de lleno el rostro de aquel sujeto. Sus intenciones eran claras, ¡matar al hdp! lanzar fura del barco a aquel sujeto, ya que a la velocidad y fuerza que había imprimido, era obvió que saldría volando del lugar.

El viento cada vez soplaba con más fuerza, con la potencia que había en dicho elemento lograba extender en su esplendor las velas del barco pirata que había sido ultrajado por otros piratas. Este mundo donde se habían sumergido Izumo e Kanzaki era así, sin códigos ni nada, sólo vivir la vida como te plazca y obtener lo que desees por medio del robo. Con las velas ayudando a la marea, el barco se alejaba con rapidez de la orilla que había detenido su viaje; pero a bordo se celebraba un evento de importancia, era para saber de quién sería el barco de sus legítimamente propietarios, en apariencia, o de aquellos que esa noche lo habían fijado como su primer paso para emprenderse en alta mar.

La joven de cabellos castaños era sostenida contra su voluntad e impidiendo su respiración regular y necesaria para un funcionamiento optimo de su cuerpo, pero esos hombres no fueron lo bastante inteligentes para revisar con más detalle a la joven y saber de su segunda katana. Por su parte el rubio, con toda la parsimonia que podía desprender su cuerpo, prendió un cigarro con un artilugio que era preciado por el mismo, con una historia que sólo él conocía; a diferencia de su pasividad que mostraba se movió de tal manera que no pudieron ver cuándo y cómo se cambio de lugar para darle una patada a ese hombre que era el capitán del barco.

Mientras el otro hombre fue atacado, en primer lugar por los dientes de la chica que retenía contra su pecho. La mordida fue con tanta potencia que hizo que la soltará, dándole el tiempo suficiente para que mostrará su otra katana con el brillo de la luna como testigo. Todo se decidiría ahí; el hombre con masa corporal abundante, tomo un barril que se encontraba cercano a él y lo lanzo sin pensarlo a la joven mientras emitía un sonido meramente gutural que denotaba el coraje y desesperación a la que recurría para salvar el pellejo, si es que podía.

Uno de los sujetos ya había sido derrotado, se encontraba completamente noqueado contra la orilla del barco, recargado sobre la madera, y él otro, simplemente se encontraba básicamente derrotado, Hiro ya lo tenía amenazado con aquella Katana pero, el sujeto no terminaría ahí, intentaba escapar a la muerte después de todo, por lo que tomó uno de los barriles y lo lanzó con fuerza contra la chica que se encontraba a un par de metros frente a él. - Sanda. - Pronunció el rubio en un murmuro mientras que con una de su manos tomaba la espada que se encontraba amarrada a su espalda, en un solo instante desapareció de su posición y volvió su cuerpo frente a aquel barril el cual se encontraba en el aire, con fuerza desenfundó aquella gran espada y partió el barril en dos partes, el barril contenía lo que al parecer era agua por lo que tras aquel corte ambas partes del objeto de madera así como el líquido volaron a la mitad a diferentes partes, alejándose de la posición del rubio y la chica. - Sanda ... - Pronunció una vez más, desapareciendo una vez más, en una cámara lenta podría verse como las gotas de agua eran explotadas por el cuerpo del rubio, el cual aceleraba a una velocidad sumamente increíble.

El rubio en tan solo un par de segundos ya se encontraba junto a aquel sujeto que había lanzado el barril, después de todo no se encontraban tan alejados uno del otro, tomaba la espada en una posición horizontal y con fuerza llevó la mano que sostenía el mango de la espada [derecha], hasta la cara de aquel pirata impactando el mango contra su rostro, echo que hizo "volar" al sujeto hacia un costado, sin embargo, el cuerpo de su compañero era quien había detenido el impacto de caída, pero ya ambos se encontraban noqueados tras aquellos ataques, el rubio tomó la espada y la volvió a enfundar en su espalda. Volvió a desaparecer y en un segundo ya se encontraba frente a ambos sujetos que les habían amenazado, tomó sus ropajes y los levantó con fuerza a ambos, los acercó hasta la orilla con una caminata lenta y los tiró al mar como si no le importara del todo si sabían a no nadar, sin embargo, ya ambos habían despertado en cuanto tocaron el agua. El rubio se dio media vuelta y miró a Hiro con tranquilidad, inclinó un poco su cabeza hacia un costado y con una tranquila sonrisa le observó. - ¿Nos vamos? - Comentó como si nada mientras caminaba nuevamente hasta el timón de aquel barco. Después de todo, no había sido tan difícil robar aquel barco.